martes, 13 de mayo de 2008

Empezaron las clases.

Nota: Escrito en Una Mirada desde el Sur, el día jueves 6 de marzo de 2008

El lunes empezaron las clases. Bueno, en gran parte del país. Mi hija, Abril, empezó 1º grado. Todo un acontecimiento para ella, y para nosotros, claro. Estaba muy ansiosa (mi señora, que está todo el día en casa, también!..).Desde hace semanas que, Abril, viene preguntando cuando era el día, y éste finalmente llegó. Obviamente tuvo su preámbulo: el armado de los útiles, la mochila, el uniforme, etc. ¡Ah!, y el llenado de interminables formularios con la firma del padre-tutor o encargado.

Por un lado, tenemos el asunto de los útiles. ¡Un presupuesto! Los precios siempre se disparan excepto para Moreno (y no Mariano, aclaro) sino guillote: “el hombre manos de tijera” en el INDEC.

Por otro lado, señores, hay que empezar a mostrar la destreza que uno (no) tiene como, por ejemplo, para forrar un cuaderno. Debo reconocerlo, no me dieron el don de la habilidad manual, dónde siempre fui un desastre. Mi señora, Nancy, se encargó -y se encarga- de eso, mufeando y luchando con el forro y el “contac” que le puso arriba. Y también, quejándose de que yo no la ayudaba. Solidario, le facilité un dedo para el “apretá acá” y “teneme esto”. No me pidan mucho más en estas cuestiones. Ya durante el jardín tuvimos que hacer muchas cosas que, en buena medida, también lo hizo Nancy, aunque hable en plural: Escribimos cartas, narraciones en carpetas gigantes, forramos cajas (¡tan complicado, algo que parece tan simple!), recibimos la visita de muñecos viajeros, y hasta de la Virgen (es un colegio religioso, apunto).

Tener que salir a comprar algo inesperado, que a la "señorita" se le ocurría pedir para el día siguiente, era algo habitual. Más de una vez mi señora me ha llamado al celular para decirme, por ejemplo:-Abril ,mañana tiene que llevar un… gorro. Y yo, volviendo del trabajo tipo 20.00 h., con todos los negocios cerrados o a punto de cerrar, tenía que buscar ese bendito gorro. ¡Y no cualquier gorro!. -Un gorro de cumpleaños!-, era –quizás- la exigencia o, a todas luces, las intenciones de complicar la búsqueda. Y, claro, en Capital -o Ciudad Autónoma de.... pero nadie la llama así- dónde trabajo, no hay un solo cotillón. O al menos, no por el microcentro. ¿Y dónde busco un gorro de cumpleaños?...cuando llegaba a Burzaco, todo estaba cerrado.

Era frecuente que ocurriera esto porque mi hija –que va al turno tarde- volvía en combi, y las vueltas que ésta daba le ocasionaba que recién llegara a casa una hora después de haber salido del jardín. Y en pleno invierno, mi señora con Tomás -el bebé- no podía andar saliendo a comprar; más aún viviendo en una zona que no es comercial.

¿Y cuando el pedido eran bichitos? Esos pequeños insectos que, cuando los necesitas, nunca aparecen. "Traer un caracol", quizás, te anuncia la nota. Y uno, tranqui, dice: bueno, en el jardín siempre hay. Y cuando lo buscás…¡pluf, desaparecieron!. -¿Será época del caracol?- te preguntás. Y cuesta un triunfo encontrarlo y terminás metiéndote en jardines vecinos hasta descubrir uno pequeñito; nada que ver con los gigantes que siempre viste en el tuyo…

¡Ah!, y formularios para llenar tampoco faltaron.

¿Y con los disfraces para los actos? Claro, normalmente uno dice: -Pero, dejá, se lo hacemos nosotros…. Y ese vestido especial que te piden o ese uniforme de granadero –para los varones- terminan siendo una masa de papel y cartón arrugado por el pegamento, que a lo que menos se parece es a una vestimenta. Y terminás a última hora saliendo a comprarlo o, rogándole a una señora que lo haga; a esa misma señora que, desde un principio, los otros padres y tu propia esposa te recomendaron. Y especialmente la sugerencia hecha por tu esposa, te resonará constantemente en tu cabeza...porque ella se encargará de eso.

Todo ese esfuerzo, claro, luego se compensa cuando uno mira embobado a su hija/o haciendo algún movimiento –descoordinado, probablemente- pero en ese momento será la mejor actuación protagónica de la historia. Pero es lindo, che!; a pesar de éstas líneas en tono de humor.

Y es bueno acompañar en la enseñanza a nuestros hijos. Y mucho mejor…si los acompaña la madre…je,je.

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